La Bodega y el Factor Humano
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Visita guiada. Cata entre viñedos
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EL VIÑEDO

Suelo: La configuración del suelo, estructura y composición, marcarán el soporte y le darán las primeras notas de su personalidad. Las tierras sobre las que se asienta el viñedo son areniscas y se presentan en estratos con otras arcillosas, constituyendo unas configuraciones denominadas facies flich cuya formación uvo lugar en la era terciaria. Forman tierras muy compactas que retienen la humedad, por ello se buscan y eligen laderas para que no se produzcan estancamientos de agua que ahoguen las raíces.

 

Clima: El segundo factor que interviene es el micro-clima existente que se caracteriza por su clima suave, ausencia de heladas y abundantes lluvias. Todo ello condiciona la búsqueda de laderas orientadas al sol naciente buscando a la vez el recoger el máximo de sol y la protección de los vientos fríos del oeste y noroeste. La cercanía del mar con sus vientos y la suavidad de su clima logran el marco ideal. En este marco físico se inserta la base del Txakolí, que es la cepa, la vid.

 

Cepa: La variedad de cepa es básica debido a que cada una de ellas lleva consigo factores que marcarán su personalidad, tales como el grado, aromas y una serie de elementos indefinibles que lo diferenciarán de los otros. Dos son las variedades que, por su extensión y calidad, entran a formar parte fundamental en la elaboración del Txakolí, la variedad blanca hondarrabi zuri y la variedad tinta hondarrabi beltza.

 

ELABORACIÓN

Ya en al bodega, la uva se deja durante unas pocas horas en proceso de maceración pelicular en frío para que las sustancias aromáticas del pellejo pasen con el prensado al mosto. Una vez extraído el mosto, se deja en reposo para que sedimenten las partículas sólidas. Se trasiega el mosto limpio y se deja que las levaduras lleven a cabo la fermentación alcohólica en la que el azúcar del mosto se convierte en alcohol.

 

El reposo del invierno provoca la sedimentación de pequeñas partículas que enturbian al principio el vino. Es el momento de realizar los coupages o las mezclas. En esta bodega cada variedad de uva se fermenta de forma separada.

 

 

Con las primeras catas se determinan las características de cada depósito y se busca la mejor combinación. Se contrastan con la ficha analítica realizada en el laboratorio. Se define así el perfil de la cosecha del año. Sólo falta el filtrado y el embotellado para que el Txakolí salga al mercado.

 

El resultado es un vino joven, blanco, amarillo verdoso, ligéramente ácido, con recuerdos frutales y con una graduación moderada de 10,5º a 11º. Así, por el buen hacer de esta bodega, el Txakolí Rezabal colmará con las delicias de los más exigentes.